lunes, 11 de julio de 2011

LOFT O CASI

Como bien nos enseña Wikipedia el origen del “loft” lo encontramos en la ciudad de Nueva York en los años 50, principalmente en tres de sus barrios: Tribeca, Soho y el Barrio Oeste. Estas zonas fueron las grandes protagonistas de una industria floreciente y más tarde olvidada. La necesidad de grandes espacios y las rentas elevadas de pisos y apartamentos hizo que las fábricas y almacenes en desuso cobraran un gran protagonismo para ciertos sectores de la población. En principio los utilizaron estudiantes y artistas de una forma más o menos clandestina y con el tiempo, fueron rehabilitados y adaptados a restaurantes, tiendas, estudios de pintura o fotográficos y galerías de arte. Rápidamente su uso se trasladó al ámbito domestico, convirtiéndose en viviendas de lujo, espaciosas y confortables. En la actualidad, las viviendas “tipo loft” se han convertido en todo un fenómeno social que se traduce en una forma de vida vanguardista y de alto nivel. Si seguimos basándonos  en lo que Wikipedia dice, hay características que tenemos que seguir para poder adaptar una vivienda normal, ósea creada desde su origen por esta función, a una estética que la pueda definir como loft. Por ejemplo: usar el estilo minimalista, donde los acabados son dados principalmente por los materiales de la misma construcción en estado aparente, consideradas de tipo económico; crear una vivienda abierta y sin muros; elegir mobiliario funcional en todos los aspectos pero sin renunciar al confort; enfatizar la altura en los techos o crear sensaciones de altura a través de la decoración y los acabados; evitar puertas, utilizando preferentemente puertas correderas en caso de ser necesario, definir espacios con cambios de nivel, texturas y colores; evidenciar el sistema constructivo, los marcos rígidos como trabes y columnas de hormigón y/o acero; sostituir los tabiques por otros elementos divisorios como muebles (sillones, libreros), plantas, paneles, laminas metálicas o de madera, vitroblock o cristal, etc.; dejar que la luz natural inunde el espacio sin obstáculos; crear continuidad espacial visual mediante el pavimento, esquemas de color, etc.; utilizar materiales que confieran un cierto aspecto industrial etc. Ahora me pregunto: ¿porque tenemos que coger algo creado por una función “A” y disfrazarlo de algo creado por una función “B” pero adaptado para cumplir con la función “A”? ¿No es demasiado maquiavélico? ¿No nos estamos perdiendo en un juego de espejos? ¿Hasta donde tiene sentido? Creo que el valor de un loft no está en su estética, sino en su funcionalidad. Desde su origen estos espacios se han utilizado de manera libre, como lugares donde unir diferentes funciones, como el trabajo, el ocio y la residencia, sin tabúes ni prejuicios. En la vivienda actual también han entrado con fuerza funciones no específicas y tenemos que aprender a gestionarlas de la misma manera. Lo que no tiene sentido es quedarse en lo superficial. La decoración tiene que ir en acuerdo con nuestra manera de utilizar el espacio. Si realmente sentimos que la rigidez de un piso tradicional nos incomoda, está claro que llegaremos a definir espacios mas abiertos, flexibles y multifuncionales. Esto no convertirá nuestra vivienda en un loft, pero si en un lugar a nuestra medida, cómodo, relajado y moderno. La tentativa de reproducir una estética vacía y sin necesidad, nos hará vivir en un espacio ajeno, frió e incomodo. Si nos toca vivir en un espacio reducido, como pasa cada vez mas, podemos hacer que no se pierda ni un centímetro quitando la mayor parte de divisiones posibles y creando un espacio multifuncional. Tampoco esto será un loft, mas bien un estudio, pero mucho mas aprovechable. Claro que si tenemos la oportunidad de conseguir un antigua fabrica, o una planta  de un edificio de oficinas,  o hasta un almacén, allí si que podremos crear nuestro loft, sin necesariamente seguir dictamines estéticos preestablecidos. La esencia del concepto “loft” está en la libertad y si nos ponemos límites o referencia demasiado estrictos, caeremos en una contradicción que seguramente acabará notándose.

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